martes, 24 de septiembre de 2013

¿Para qué trabajar?.

La verdad es que paso mucho tiempo en mi lugar de trabajo. ¿Qué es lo que dice la Biblia acerca de esta actividad tan exigente y rutinaria que realizo cada día?.

Lo primero que veo, en el libro de Génesis, en los dos primeros capítulos, es que Dios encargó a Adán y a Eva el cuidado y mantenimiento de ese trozo de creación en el que habían sido puestos. Creo que en ese sentido, tengo un llamado de Dios a ejercer ese cuidado en la pequeña parcela que me ha sido asignada. Realizo mis tareas, y algunas más, en la empresa en la que estoy empleado como un punto de obediencia a Dios. Tengo el ejemplo de Jesús, que también fue un trabajador, carpintero para más señas, y por lo que he leído en los evangelios, nunca se quejó a Dios de perder el tiempo trabajando en lugar de dedicarse a otras tareas “más importantes”. Él también fue obediente a Dios.

El apóstol Pablo escribió a los cristianos que se encontraban en una ciudad llamada Éfeso, que ahora se encuentra en la actual Turquía. Si abro una Biblia por la carta a los efesios, en el capítulo 4 y después en el versículo 28, resulta que el papel que Pablo da al trabajo es un medio para poder ayudar a los que están sufriendo necesidad. Olvida el carácter egoísta que actualmente atribuimos al trabajo como un medio de enriquecimiento personal o de adquisición de prestigio social. Diría que esta es una expresión clara de la compasión que debe existir en cada uno que se considera un discípulo de Jesús. El apóstol Pablo ha escrito este mandamiento como una consecuencia de la nueva vida en Cristo que recibe el que ha creído en el evangelio, pero sin olvidar que todos somos responsables de suplir para los que están sufriendo por alguna carencia vital.

Leyendo en el libro de Eclesiastés, que también está en el Antiguo Testamento, el capítulo 2, en el versículo 24 (Eclesiastés 2: 24), este predicador da una clave acerca de un objetivo que Dios ha dado a la penosa tarea con la que nos afanamos cada día: viene de la mano de Dios que el ser humano se alegre en su trabajo.  Este libro Eclesiastés se escribió hace ya casi tres mil años, y deberíamos actualizar a nuestro tiempo y a nuestro lenguaje eso de alegrarse en el trabajo. Y ahora hablo por mi propia experiencia. Yo me alegro en mi trabajo cuando está bien realizado, cuando sé que es útil y que funciona perfectamente. También me alegro cuando veo que me desarrollo profesionalmente y adquiero capacidades que antes no tenía. La experiencia de cada uno es diferente, pero a grandes rasgos, éste es mi concepto actual de alegrarme en mi trabajo; y no debo considerar que Dios es un aguafiestas que me ha dado “trabajo” para amargarme la vida, sino más bien para madurar como persona en todos los sentidos.

Han sido expuestas tres razones bíblicas que explican porque Dios puso el trabajo en nuestras vidas.

La fotografía es de una góndola (una grúa que se pone en la cubierta de los edificios altos para que el operario de mantenimiento acceda a todos los puntos de las fachadas) que fabricamos hace unos meses, después de hacer las pruebas finales y antes de su desmontaje para partir a destino. Mi hijo y yo estamos subidos en la barquilla. Ni que decir tiene que me siento orgulloso de este proyecto.

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