domingo, 1 de marzo de 2015

La actitud del cristiano hacia el trabajo. El punto de vista bíblico acerca del trabajo (7/9).

Ésta es la séptima entrada de la serie El punto de vista bíblico acerca del trabajo.


¿Qué significa para un cristiano entrar cada día en su lugar de trabajo?. Sea en unas oficinas, una tienda, una fábrica, una casa, un hospital, con niños o en el campo, el que profesa ser hijo de Dios y discípulo de Cristo tiene una actitud diferente hacia el trabajo, que se refleja en un comportamiento diferente. La mira la tiene puesta en Dios, a quien sirve.
También, es imposible servir a Dios directamente. El servicio a Dios se refleja en un buen servicio a los demás, estén cerca o estén lejos.




El trabajo es para Dios.
Colosenses 3: 22, 23. Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.
Hay que recordar que en aquel tiempo existía la esclavitud institucionalizada y que la relación entre amo y siervo podía ser muy dañina.
Aunque el énfasis está en un trabajo de peloteo para ganar el favor de los superiores, también existe el riesgo de tener en el trabajo un interés propio hacia el cual van encaminado parte del esfuerzo de las tareas encomendadas. Cuando veáis a uno que se dice cristiano con cualquiera de estas actitudes, podéis traerle a la memoria la necesidad de que trabaje como para Dios. Esta actitud cristiana nace de:

  • Gratitud hacia Dios por haberle proporcionado un trabajo para sustento propio, de su familia y para poder compartir con los que tienen necesidad.
  • Deseo de que la buena fama de Dios sea aún mayor por medio del trabajo excelente de uno que afirma ser discípulo de Jesucristo.
  • Vivir consecuentemente con la nueva vida que ha recibido en Cristo, que vence a esa naturaleza humana tan dada al egoísmo.
  • Otros más, como el cuidado ambiental de la creación que Dios nos ha dejado, emular a Dios en su trabajo de creación, no ser carga innecesaria para otros sino proveedor, …
Un apunte más acerca de este punto. Es posible que encontréis cristianos cuya actitud no esté de acuerdo con esos puntos. Recordádselo y, si de verdad es un seguidor de Dios con corazón sincero, vuestra amonestación provocará un cambio en él. Posiblemente simplemente sea un desconocimiento de estos párrafos de la Biblia o que esté ofuscado con las tareas laborales; es bueno dejar un margen de confianza antes de pensar mal.

Preparados y deseosos.
Tito 3: 1. Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.
Pablo le da unos consejos a Tito, un colaborador suyo, acerca de los cristianos en las iglesias en Creta. Entre las autoridades se encuentran nuestros jefes, incluso algunos compañeros de trabajo con menor rango pero con gran experiencia en asuntos determinados.
Lo importante es estar dispuesto para los trabajos encargados. No vale escurrir el bulto, o cargárselo a otro, o poner pegas. Tampoco debemos entender la obediencia como un “sí, bwana”, sino como una interacción mutua entre superior y subordinado para que las obras salgan aún mejor de lo estipulado.

Mirando por nosotros.
I Tesalonicenses 4: 11, 12. Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.
Este otro párrafo incide en el modo en el que hemos de trabajar para Dios y como estar preparados y deseosos. Casi se diría que es un recordatorio de lo publicado en las anteriores entradas, pero viéndolo desde la necesaria actitud bíblica hacia el trabajo.
El trabajo es un servicio a Dios, del cual se benefician otros.

En ninguno de estos apartados se observa que la actitud cristiana hacia el trabajo sea la de la propia satisfacción. Más bien, trabajar representa una entrega voluntaria a Dios. La famosa plena autorrealización que todos buscamos no procede de las actividades o relaciones con otras personas en el entorno laboral, sino de Dios cuando las tareas son hechas para Él. Cualquier otra cosa se convierte en un ídolo, un falso dios.
Es necesario aprender a obtener la gratificación de Él. El cristiano que de veras quiere ama a Dios va a buscar esta excelencia; y Dios mismo se va a preocupar de que lo aprenda de una forma o de otra.




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